Domingo y Feria


Un domingo cualquiera, de un mes cualquiera, desde 1909 y entre las primeras horas de la mañana hasta entrada la tardecita, la calle Tristán Narvaja es una feria. Pero no una feria con espectáculos músicales, ni shows en vivo, ni con convocatoría por lo medios, ni sponsors. O mejor dicho si, tiene shows y espectáculos, pero no son programados y tampoco tienen un cachet. Éstos son espontáneos y su protagonistas varían a medida que uno avanza.


En la punta de Tristán Narvaja y 18 de Julio, donde comienza o donde por lo menos yo comencé el recorrido, los protagonistas son los animales: cachorros de perros, gatos, conejos; pichones de loros, canarios, cotorras; tortugas, hamsters, chanchitos de la india y muchos más. A ellos hay que agregarle sus anexos: comidas, vestimenta, cucha, jaula, juguetes y demás.
Los caminos se dividen y uno puede optar según lo que está buscando, si está buscando algo. O aprovechar y recorrer todo si se está de paseo.
Si uno avanza por el medio se encontrará generalmente con puestos donde se ofrecen frutas, verduras, ropa y electrodomésticos. Así, en esa amalgama uno va perdiendo la vista.
Yo opté, o mejor dicho, nosotros optamos junto a Natalia y Carlitos comenzar la caminata sobre una de las veredas. Entre cosas tejidas, libros y antigüedades, sobre todo estas últimas, el camino se hace extenso. Fotos de la Selección uruguaya abundan sobre las paredes. Todavía está fresquito el cuarto puesto obtenido en el mundial de Sudáfrica 2010.
Nuestros pasos se dibujan en zig zag, se cruzan, hacen círculos, van y vuelven. Nos apretamos entre la muchedumbre, nos empujan y empujamos involuntariamente. Nos detenemos frente a fotos antiguas: el "Pepe" joven; una Montevideo con calles de tierra; el "Negro" jefe pisando una pelota con los "botines del 50" , con el relato de Carlitos sobre algunos recuerdos en la capital uruguaya.
En las esquinas la feria se abre, hacía un lado y hacía otro. Seguimos por la vereda sobre Tristán Narvaja. En una esquina queda Carlitos. Con Natalia Nos perdemos entre libros, ingresamos a una casa de antigúedades. Una vieja radio suena en una ventana.

-No, esta hoja es alemana, alemana (explica un vendedor mientras exhibe un cuchillo un poco oxidado)

Ya por el medio un hombre con posters en ambas manos con los brazos bien extendidos grita su oferta:
- Aproveche ahora, cuelgue en su pared a la gloriosa Selección por sólo diez pesitos.

Paradójico final el de la calle Tristán Narvaja que termina en La Paz. Sin embargo poco de paz tiene. Los puestos también se extienden sobre ella. Hacemos una cuadra y volvemos por la calle Gaboto. Donde también la feria se extiende hasta 18 de Julio.
Desandando el camino seguimos entre herramientas, comidas y electrodomésticos. Misma cantidad de gente yendo y viniendo. Un rato de caminata y ahí viene un hombre con vestimenta camuflada en la busqueda de antigüedades para venderlas a los turistas en Brasil. Detras suyo lo encontramos a Carlitos que acompañaba a este hombre camuflado.

-Este es mi amigo al que no veo desde hace muchos años (nos presenta Carlitos) Nos encontramos en la camioneta, yo lo acompaño y voy para ahí.

Seguimos en direcciones opuestas. Allá salimos en busca del puesto de tejidos a buscar un bolsito que yo quería, pero estaba sobre Tristán Narvaja. Para sorpresa de ambos el único en su estilo. Retomamos por una de las adyacentes. Que para no desentonar también estaba repleta de puestos.

-Estaba agachado mirando una viela y cuando me levanté vi al botija corriendo, hermano. Me robó una cajita. No me di cuenta, hermano, no me di cuenta (contaba un puestero a otro)

Allí está el puesto casi sobre 18 de Julio en Tristán Narvaja, estamos donde empezamos. Los verduleros se entretenían gritando piropos, al coro se suman otro puesteros, todos masculinos. Cruzando 18 de Julio está la camioneta. Comienza la llovizna. Los puestos van desapareciendo, sus dueños los desarman. Algunos escapando de la lluvia, otros sin mercadería y con los billetes en el bolsillo.


El próximo domingo y el otro, y el otro... siempre en el mismo lugar la feria espera a sus visitantes, hace 111 años.

(...)
Y hasta la otra semana, fin de la feria
cuidando los bolsillos, la cosa es seria.
Igual que otros domingos tan parecidos
levantan caballetes, mueren los ruidos.
Vibró Tristán Narvaja con sus latidos,
se adueñan los motores de los sonidos.
"Domingo y Feria". Los Zucara

3 comentarios:

Escritores de Basavilbaso dijo...

Lo mismo sucede en la Feria de San Telmo, Buenos Aires, donde las antiguedades, el show callejero, los turistas y vecinos, el recita, la pintura y la escultura, el paisaje y los colores, nos muestras el presente mezclado con el pasado que no vivimos y queremos conocer...

Sabina dijo...

Qué lindo paseo che, lo redactaste de modo tal que parece que nos llevás a tus lectores por ahi también. Supongo que era la idea...
Quién habrá sido Narvaja? o mejor dicho, qué habrá hecho? (googlear)

Saludos a Nati

Manu dijo...

Gracias, Sabi, por el comentario. También a Lourdes.
Le doy saludos a Nati. Igual, seguro que los lee antes por acá.